LA RED Y CÓMO SALIR DE ELLA

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El salmo 25 nos hace ver que el enemigo hábilmente emplea "la red" para atrapar nuestros pies.

Precisamente, cuando Dios te está encaminando por sus sendas, ahí tiende su red. Lo que él menos quiere es que tú camines con Dios como lo hicieron Enoc, Noé, Abraham y tantos otros. Y al quedar enredados los pies del creyente, ¿cuál es la reacción natural? ¿No es la de inclinarse para desenredarlos? Pero la red es como la telaraña - cuanto más luchas por librarte, más enredado quedas. Te entretienes luchando, luego te resignas, y el caso es que no caminas más…

 

Claro está que Satanás no tiene una sola red - sus armarios están llenos de redes de toda clase. Una que es muy popular con él es "la red del desánimo". Quizás sea la que más emplea. Es lo que hizo con todo el pueblo de Israel en Números 21:4 - justo cuando habían visto la victoria del Señor - y las consecuencias eran terribles. Del desánimo viene la depresión y de la depresión la derrota. Hoy también ese enemigo astuto tiene un éxito increíble enredando al pueblo de Dios con el desánimo…

Al mirar atrás, después de recorrer doce congregaciones en tres países, reconozco que el panorama general que encontré era ese: mucho desánimo. ¿Por qué los hijos de Dios tienden a desanimarse? David, en el salmo 25, se veía asediado por la vergüenza, la confusión, el recuerdo de pecados, la soledad, la aflicción, la angustia, la congoja, la enemistad… Bastante para desanimar a cualquiera.

Pero, aunque los pies de David quedaran momentáneamente atrapados, él conocía bien el secreto de salir de allí y de seguir caminando con su Señor: "Mis ojos están siempre hacia el SEÑOR, porque él sacará mis pies de la red". No creía en el autodesenredo, ni en la autoanimación, ni en la sicoterapia - quedaba sencillamente pendiente de su Señor. Conocía las promesas: "Los caminos del hombre están ante los ojos del SEÑOR, y él considera todas sus veredas" (Pr. 5:21). "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos" (S. 32:8). Sabía que en todo momento los ojos del Señor estaban queriendo encontrarse con los suyos y que en esto estaba su salvación de la red, su guía constante, su protección segura y su animación gozosa.

Decía Pablo: "Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras… Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis… También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos" (1 Ts. 4:18; 5:11, 14). Es lo que constantemente anduve haciendo. El creyente animado en Cristo es el único que puede animar a sus hermanos desanimados. Sencillamente dirigí la mirada de todos al mismo Señor - a Aquel que es la Fuente de toda animación. Varias veces tuve ocasión de decir: "¿Hermano, por qué estás desanimado? ¿Por qué estás deprimido? ¿Es que Dios te defraudó en algo? ¿O crees que Él también ha de estar desanimado o deprimido? Ponte de nuevo, y plenamente, a su disposición, pendiente de Él, tus ojos fijos en Él, y de nuevo tendrás la viva experiencia de su total fidelidad. Lo maravilloso es que Él esté pendiente de que le mires a los ojos…"

"Por la misericordia del SEÑOR no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es el SEÑOR, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré" (Lam. 3:22-24).

En Números 21 también - para salir del desastre en que se habían metido los israelitas por su desánimo - ¡sólo tenían que mirar! Tenían que mirar la serpiente de bronce levantada sobre el asta. Jesús Mismo, luego, la menciona como el símbolo de la derrota de Satanás en la cruz de Calvario. Hoy el glorioso mensaje de esa victoria de Cristo es el mensaje de la victoria nuestra: "en todas estas cosas (también en los asaltos del desánimo) somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Ro. 8:37).

Esa fuente de luz, amor y vida, que está en Cristo, nunca se seca, nunca escasea el "agua de vida", "porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia" (Jn. 1:16). Ante esta maravilla, aquel que sigue en el desánimo o en la depresión, es aquel que escoge seguir así.

No caigas presa, ni quedes presa, en la red enemiga, mírale a tu Señor y Salvador. ¡Hay victoria, gozo y nuevo ánimo en Cristo!

"Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios" (Hb. 12:1-2).